viernes, 7 de agosto de 2009

EL PENSAMIENTO DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

Introducción:
En este tema estudiaremos el pensamiento de una de las personalidades más eminentes de la historia de la filosofía. El pensamiento de Santo Tomás. Su pensamiento discurre a lo largo del siglo XIII, dentro del pensamiento medieval. Será conveniente que nos interroguemos por esta Edad Media con el fin de integrar su pensamiento dentro de la historia a que pertenece.
Se llama medio a lo que se encuentra entre dos extremos. La edad Media se encuentra entre la edad Antigua y la Edad Moderna. Se trata de una etapa, más bien larga de transición, donde, en apariencia más que crear algo nuevo, se conservó todo lo que se pudo salvar de las invasiones bárbaras, se transmitió lo ya existente de una manera paciente y continua y se recuperó a la par toda la herencia cultural del mundo antiguo Grecorromano. Esto vale para la primera parte, porque desde el año mil, hay una gran originalidad, arte asturiano, románico, Gótico. Idiomas nacionales, grandes cantares de gesta, poesía lírica etc. Cronológicamente es un periodo de unos mil años que va entre la caída del Imperio Romano, hasta la caída de Constantinopla a manos de los turcos, (En el 410 entra Alarico en Roma y la saquea. En el 476, es el fin del Imperio Romano de Occidente. Para España la Edad Media comienza en el 711, cuando los árabes invaden la Península. Algunos historiadores ponen el inicio en el 800, coronación de Carlo Magno, como Emperador de Occidente); ya en el Renacimiento. (Para el fin de la edad Media tampoco hay demasiado acuerdo. Suelen señalarse: 1443 invención de la imprenta por Guttemberg; 1452, Nacimiento de Leonardo, primer renacentista completo; 1453, caída de Constantinopla; 1492, caída de Granada y descubrimiento de América; e incluso hay quien prolonga la este periodo hasta el reinado de Federico el Grande) [siglo XVIII, 1740]. El término Edad Media fue acuñado por los renacentistas, y siempre tuvo un matiz peyorativo. Su sentido es vago y huidizo. No es fácil señalar con precisión ni cuando empieza ni cuando acaba. Además este término sólo vale para Occidente, cuya historia nunca puede tomarse por la Historia Universal.
§ 1 EL MARCO HISTÓRICO
La Edad Media. De la antigüedad al Renacimiento. La edad media es un periodo medio intermediario entre dos edades, la edad antigua y la edad moderna. Un periodo de cierta estabilidad, bastante dilatado, de unos 1000 años de duración, que comenzó con el saqueo de Roma (el 410) o la caída del último emperador romano Rómulo Augusto (476); o la toma de Alejandría a manos de los árabes (EL 642) completándose la destrucción de la Biblioteca. Y tiene su final en las puertas de la edad moderna (siglo XVII), la caída de Constantinopla (hoy Estambul) a manos de los turcos en 1453. El nacimiento de Leonardo de Vinci (1452), primer hombre del Renacimiento completo o la edición de la primera Biblia por Guttenberg.
Este periodo se caracteriza por un recibir y conservar lo que no se destruyó tras las invasiones bárbaras que asolaron lo que fue el Imperio Romano; en un transmitir el legado guardado; y en un restaurar el legado de la antigüedad. Es una de las épocas donde se tiene la impresión que menos se quiso ser original. Pero tampoco es tan negativa ni presenta, los caracteres tenebrosos con que la caracterizaron los hombres de Renacimiento: no fue una Edad oscura, ni una Edad Bárbara. Tópicos estos que conviene desterrar tras una reflexión porque en la edad media es donde se pusieron las bases de lo que será la cultura Occidental.
— La alta edad Media. Hacia el año 1000, donde se inicia la cultura occidental. Nuestro autor pertenece a la parte final de este periodo, al siglo XIIL Una época de oro para la filosofía, pero también una época sorprendente en otros ámbitos, es la época de las grandes catedrales, la época del despliegue de las Universidades y la época de las grandes sumas, especie de enciclopedias medievales. Aunque se hablaba y pensaba en latín, era el lenguaje culto, los idiomas nacionales irán imponiéndose paulatinamente-
— La baja edad media es la continuación de la anterior, comienza con la crisis del siglo XIV, es. una época de intransigencia de intolerancia. De malas cosechas en el terreno económico. En el religioso gran parte lo ocupa el destierro de los Papas a Avignon. Filosóficamente, el nominalismo. Persiste la escolástica pero se hace nominalista. Los pensadores más representativos son Guillermo de Ockham y Nicolás de Cusa.
La sociedad medieval. Es una sociedad en gran medida estratificada.
§ 2 EL MARCO CULTURAL
Tras la muerte de Alejandro Magno (323 a. C.) y Aristóteles un año más tarde (322 a. C.) se inicia un largo periodo dentro de la Edad Antigua conocido por Helenismo. Se trata de un fenómeno global que afecta a la cultura en su conjunto: la ciencia y la filosofía, que serán llamadas, por eso mismo, helenísticas. La capital cultural será Alejandría, ciudad fundada por Alejandro Magno en el delta del Nilo, en Egipto. Su museo y la biblioteca recogieron y acumularon e irradiaron todo el saber de la época. En un periodo tan dilatado no pudo haber excesiva uniformidad, en principio la lengua culta del pensamiento y del habla fue el griego, y siguió siéndolo en el Mediterráneo Oriental, en el Occidental, Roma impuso su ley y el latín fue imponiéndose poco a poco, por lo que a partir del siglo I podemos hablar de un helenismo griego y uno romano. Los rasgos distintivos de este periodo son:
a) La filosofía helenística. El helenismo es una época de crisis, persisten las escuelas antiguas Platonismo, Academia, aristotelismo, peripatéticos, con transformaciones, neoplatónicos (Plotino). Y surgen escuelas nuevas que se desentienden de los problemas teóricos relativos al universo, la verdad y los principios del conocimiento, y surgen doctrinas morales que pretenden dar solución al problema del humano vivir, se desinteresan por los problemas teóricos y se interesas por los problemas morales. Las escuelas más importantes de ese dilatado periodo son el estoicismo, el epicureísmo y el escepticismo.
b) La ciencia helenística. Como rasgo distintivo de este periodo debemos señalar el desarrollo de la ciencia, de la matemática, con Arquímedes, Euclides, de la astronomía, con Aristarco y Ptolomeo, de la medicina, con Galeno, pero también de la crítica filológica y literaria, por influjo de Aristóteles, que se practicaba de una manera bastante similar a la de hoy y que gracias a la inestimable ayuda de científicos e investigadores de este periodo podemos hacernos una idea de la gran labor, de la originalísima tarea que se llevó a cabo durante la época clásica y que aun hoy sigue fascinando.
c) El cristianismo. Un tercer fenómeno caracterizará esta época: el fermento religioso en el Mediterráneo. Su punto de partida está en las conquistas de Alejandro Magno, y en la comunicación y contacto con pueblos muy diversos del Oriente asiático, y luego, esa unidad impuesta por Roma en el Mediterráneo (Mare Nostrum). Se caracterizó por una afluencia de doctrinas religiosas y también por una gran preocupación religiosa muy ligada a los temas morales que se desarrollaban en filosofía. Dentro de las múltiples doctrinas hubo una que se impuso. Tuvo su origen en Palestina, un minúsculo territorio romano del Mediterráneo Oriental. Su fundador fue Jesús de Nazaret. Y recibió el nombre de religión cristiana; al principio fue perseguida por los emperadores romanos. Pero con Constantino, se regularizó su situación.
— E! paganismo y el cristianismo. Se llama paganismo a la religión politeísta que practicaban los griegos y los romanos, antes después de la aparición del cristianismo...
— La patrística y la escolástica. Desde un punto de vista filosófico la patrística, primero con los padres apologetas y luego, con los grandes padres, desarrolló una forma de pensar muy distinta del paganismo; al principio centrada en la defensa de la fe y de la religión, que era, ante todo, una doctrina de salvación. Y para ello, solían inspirarse en la dialéctica platónica; de ella sacaban los argumentos para luchar contra el politeísmo y contra la religión del estado (esto es, de Roma) cuyo Emperador tenía como atributo la suprema magistratura romana; era el Sumo Pontífice.
a] La patrística. Es el progreso y desarrollo del cristianismo en un mundo hostil. Ese elemento hostil era el paganismo y la religión del Estado romano que deificaba la figura del Emperador. Hecho este incompatible con la creencia en la existencia de un solo Dios. Hubo una patrística oriental: Orígenes, San Ireneo, san Justino; y una patrística occidental: Tertuliano, san Agustín, tal vez el pensador cristiano más representativo de Occidente y que nació en Tagaste, Numidia norte de África.
b]La escolástica. Es el progreso y desarrollo del cristianismo en un mundo gobernado por la idea de un solo Dios, personal, Trascendente y Absoluto, creador del Mundo y del Hombre. Se desarrolló durante la época Medieval; y, como señala J. Marías no hubo una sola escolástica sino tres: la escolástica Judía, la árabe y la escolástica cristiana. Las tres tienen como supuesto general común el teísmo, el monoteísmo, la creación y otros principios comunes que se remontan, en el ámbito religioso, a la Biblia. Y en el ámbito filosófico a Platón y Aristóteles.
¾La escolástica cristiana. Bebió en fuentes griegas, romanas y árabes y judías. A menudo la influencia es benéfica, como en el caso de Avicena, otras perturbadora, como en el de Averroes y el averroísmo latino.
¾La tradición agustiniana. El ejemplarismo medieval. San Agustín fue el pensador cristiano mas influyente a lo largo de la edad Media. El supuesto básico de su pensamiento, ya no es la idea de mundo, cosmos o naturaleza. Este mundo se ha vuelto problemático, ya no puede tomarse como apoyo o fundamento de ninguna realidad primaria, porque hay algo que es más originario. Esta realidad primera y fundamental, creadora del mundo, de la vida y del hombre es Dios. Por ello, la filosofía cristiana introduce dos elementos nuevos ajenos a la razón, a saber: la revelación y la fe. La unión de ambas surge la fe revelada cristiana. A estos dos elementos añade un elemento procedente de la filosofía griega, el lógos, que es el elemento filosófico y explicativo que caracteriza a todo pensamiento.
§ 3 La filosofía del siglo XIII
Durante este periodo entra en escena Aristóteles. Vine de la mano de los árabes. Hasta entonces la influencia la había ejercido Platón a través de san Agustín. A partir del siglo XIII Aristóteles gracias a Santo Tomás se irá imponiendo.
A.‑ SANTO TOMÁS: EL HOMBRE Y LA OBRA.
Santo Tomás fue un escritor fecundo. En poco más de veinte años, entre 1252 y 1274, escribió más de ciento treinta obras, de diversa extensión, al­gunas tan monumentales como la Summa contra gentiles o la Summa Theologiae. Casi todas las escribió de su puño y letra, y sólo al final de su vida se permitió dictar a tres o cuatro amanuenses a la vez, sobre materias distintas preparadas de antemano, con el fin de satisfacer los compromisos adquiridos, y descargarse un poco del abrumador trabajo que llevaba a cabo. Dormía muy poco y trabajaba y meditaba mucho, unas dieciséis horas diarias.
En su relación con los clásicos, con la filosofía de Aristóteles y con el pensamiento de los Padres Griegos, se procuró traducciones directas y de confianza del griego. Traducciones debidas a Guillermo de Moerbeke, que era Penitenciario del Papa en Roma y un gran helenista. Este hecho supone una cierta originalidad a la par que un deseo de autenticidad, pues las obras de Aristóteles que se manejaban al presente eran traducciones del árabe y que habían sido glosadas y comentadas filóso­fos escolásticos árabes y judíos.
B.—SANTO TOMÁS: LA OBRA. La «Summa Theologiae».
Toda la obra de Santo Tomás podemos dividirla:
1º.— Comentarios a Aristóteles y Comentarios a las sentencias. Son obras de interpretación y crítica de obras de filosofía y de teología.
2º.— Las Summas que son dos. La Summa contra gentiles (1259‑1264). Y la Summa theologiae (1266‑1272), completas la 1ª y la 2ª Parte. La 3ª Parte se interrumpe bruscamente en la cuestión 90. El resto [suple­mento] fue añadido por fray Reginaldo).
3º.— Disputationes o cuestiones disputadas, que tratan temas filosóficos y religiosos.
4º.— Los quodlibet, o quodlibeta (pl.) que eran preguntas que hacían los alumnos libremente al profesor, dando lugar a las quaestiones quotlibetales, algunas de ellas muy famosas.
5º.—Otras obras: discursos, opúsculos sobre diversas materias: moral, liturgia, apologética, sobre el dogma, filosofía; conferencias y sermones.
La «Summa Theologiae. La comenzó cuando tenía cuarenta años (en 1265),al ser destinado
a Roma. Se encontraba en plenitud de sus facultades físicas e intelectuales, en po­sesión de una larga experiencia y de profundos conocimientos sobre las más variadas materias. En estas condiciones decide dar a la luz una obra nueva y original que será la Summa Theologiae. Trabajó en ella durante ocho años.
La Primera Parte la escribió rápido (1266‑1267). Trata de Dios, de su existencia y de su esencia (naturaleza), de sus Atributos, de la creación y de su relación con los entes creados (consta de 119 cuestiones).
La Segunda Parte tiene dos grandes secciones, la 1ª Sección estaba muy adelantada cuando tuvo que trasladarse a Paris (1268‑69) y trata del fin último del hombre y de los actos humanos (consta de 114 cuestiones). La 2ª Sección de esta Segunda Parte la compu­so durante su estancia en Paris (1270‑ 1271) trata de las virtudes (189 cuestiones).
La Tercera parte. De Paris retornará a Italia. En Nápoles, mientras im­parte su docencia en la Universidad, escribe la Tercera Parte, que trata del Verbo encarnado y de los sacramentos, hasta la cuestión 90 (desde Septiembre de 1271 hasta el 6 de Diciem­bre de 1273) en que interrumpe bruscamente su trabajo, por lo que la obra quedará sin terminar. Tras un sueño en que se le anticipan los dones de la vida eterna, pierde todo interés por el trabajo. «No puedo —dice—, después de lo que Dios me ha hecho entrever de sus miste­rios de la vida eterna, todo cuanto he escrito me parece paja, y más vale pre­pararse para la gran cosecha de grano de la vida que Dios me tiene reservada». Poco después, el 7 de Marzo de 1274, moría en el castillo de Fosa Nova, mientras iba de camino al Concilio de Lyón. Lo que faltaba lo completará Fray Reginaldo con materiales dejados por el propio Santo Tomás y que consti­tuyen el Suplemento a la Tercera Parte. Mientras hacia esta obra Santo Tomás daba y preparaba clases, escribía sermones, pronunciaba conferencias, atendía consultas de todo el mundo: desde reyes, hasta frailes y particulares, lo que interrumpa su trabajo y entorpecer el ritmo de sus reflexiones. Causa asom­bro la capacidad de trabajo y como su pensamiento se proyecta­ba a al vez so­bre diversos frentes.
El título: No sabemos si el mismo Tomás puso alguno a esta obra; no se nos ha con­servado ningún autógrafo suyo. Los manuscritos más antiguos y autorizados, (del siglo XIII), le dan el título de Summa Theologiae o Summa de Theologiae, y así la suelen denominar los primeros biógrafos de Santo Tomás. El título es común a otras obras que se escribieron en aquella centuria. En cuanto a la traducción al español, primero se la llamó Suma de Theologiae, pero hoy se la conoce con el nombre de Suma Teológica, que es posterior, relativamente re­ciente, sólo en raras ocasiones se encuentra en manuscritos medievales.
C.‑ SANTO TOMÁS: LA DOCTRINA. ( La phiilosophia perennis)
§ 1 EL ORDEN TOMISTA
DIOS
Existencia = Esencia

Ángeles
Espíritu
Hombres
Razón
Animales
Percepción sensorial
Vegetales
Vida vegetativa
Primeros elementos
Cuerpos

La filosofía de Stº Tomás pasa por ser una filosofía del orden. La rea­lidad en su conjunto se nos presenta como ordenada. Pero este orden, además de un fundamento racional, que ya fuera encontrado en la
filosofía griega, presenta otro fundamento que procede de la religión cristiana: la fe. Se tra­ta de un orden
fundado, sobre todo, en la fe. Fe, según la definición corrien­te, no es un saber que yo posea, sino la certidumbre que me guía; y, a diferencia de la razón, fundadora de la lógica, la metafísica, la teología y en gene­ral las ciencias, que exige ser probada y demostrada, la fe no puede ni probarse ni demostrarse: es una convicción sin pruebas. Según la interpretación cris­tiana del mundo fundada en la fe, todo ente no divino es un ser creado (un ens creatum). El universo entero ha sido creado por Dios. De ahí que reine un orden esencial, perfecto, donde cada cosa, cada ente, ocupa un lugar determinado
en el todo, en el orden. Hay, en efecto, una clara jerarquía de entes que se corresponde con una clara jerarquía de valores. La es­cala jerárquica de los entes va de Dios, por el hombre, al animal, la planta y los minerales. A esta jerarquía de entes corresponde, como decimos, una escala jerárquica de valores: al bien común es superior al bien particular, el alma al cuerpo, lo espiritual a lo material. Aunque Santo Tomás funda su pensamiento en la filosofía de Aristóteles y toma de él casi toda la estruc­tura lógica, el orden que sigue es rigurosamente inverso .
En efecto, el orden aristotélico parte de los sentidos y procede de aba­jo arriba: de lo más inferior captado por los sentidos, («todos admiten que algunas cosas sensibles son sustancias»), a lo más inteligible e inmaterial, («se dice que la sustancia es el último sujeto, Dios»); desde los seres de­terminados que encontramos en diverso grado: sustan­cias simples, vegetales, animales, hombres, hasta la primera causa o primer ser: Dios
El orden tomista tiene un marcado carácter teológico. Santo Tomás pien­sa desde la idea de Dios. Por ello Dios será el punto de partida de la gradación de los seres que estructuran el universo en su conjunto, procurándonos una visión armónica enteramente inteligible:

1º. Dios, Ser viviente simplicísimo, Subsistente, Acto Puro.
2º. Los ángeles y almas humanas separadas, seres vivientes subsistentes compuestos de acto y potencia, de esencia y existencia;
3º. Seres vivos no subsistentes, compuestos de materia y forma (o alma: vegetativa, sensitiva e intelectiva). El hombre, por su alma intelectiva ocu­pa un lugar privilegiado dentro del orden de la creación, al estar referido, religado, a las realidades espirituales superiores.
4º. Seres no vivientes, corpóreos, compuestos de mate­ria y forma.
5º. Los accidentes.

El hombre, por su alma, ocupa un lugar privilegiado dentro del orden, en medio de las criaturas que pueblan el cosmos; y si bien lo único que de verdad le importa es la salvación de su alma y la vida perdurable, eterna, que le proporciona su fe, también deberá cumplir su misión en este mundo como ser dotado de ra­zón. No obstante, Santo Tomás es ante todo un teólogo, un pensador que pone todo su intelecto en la desvelación del problema fundamental: Dios. Por ello su verdadero fin es la Theologiae, (incluso la Theologiae revela­da, como antagó­nica de la teología natural), no la obra de la razón, no la fi­losofía. Pero no se olvida de la razón: supone un camino enteramente legítimo para confirmar y mostrar lo que se sabe por fe y no puede probarse.
Por eso es preciso que contestemos a estas dos cuestiones:
1º la dife­rencia precisa de razón y fe en santo Tomás
2º la diferencia entre teología natural y teología revelada.
§ 2. ‑ LA RAZÓN Y LA FE
Razón procede de Logos y Ratio. Pueden tener varios significados, pero solemos entenderlos como un saber que puede probarse mediante el argumento, el razona­miento, la palabra. La fe (phos) es una luz interior, una certidum­bre sin pruebas. La fe se apoya en el concepto de revelación: la manifesta­ción de Dios mediante la palabra, la demanda, el suceso, situados inmediata­mente en el espacio y en el tiempo. Dios elige el que quiere mostrarse, cuan­do y donde quiere. En la revelación el hombre es pasivo y Dios activo. Solo hay una revelación: la revelación de Dios; y una fe, que cree, con convicción sin pruebas, en esa manifestación de Dios, y en el mensaje de esperanza que ha dado. De la unión de la fe y la revelación surge la fe revelada cristiana, que contiene la especificidad de la religión cristiana: lo que la distingue de otras religiones no cristianas. Las rela­ciones entre razón y fe revelada pueden ser:
1º.— De autonomía, cada una tiene su propio horizonte de aplicación ente­ramente definido y separado; filosofía y teología revelada se encuen­tran en un régimen de igualdad; 2º.) Por distinto camino, pues son diferentes, pue­den referirse a lo mismo, como ocurre cuando tratamos el problema de la existen­cia de Dios. La razón puede acercarse a la verdad suprema siguiendo su propio camino que no es otro que el del razonamiento demostra­tivo, mientras que la fe, siguien­do su propio camino, el camino de la revelación, llega a lo mismo: a Dios;
3º.— La fe ayuda a la razón o la razón a la fe. En este­ caso la razón señala los limites de lo que puede ser conocido por la sus propias luces, pe­ro presta un utillaje lingüístico y sirve de comunicación con otros filóso­fos que no comparten la misma fe (árabes y judíos), en el primer caso la fe propone nuevas verdades al razonamiento;
4º.—¿Qué ocurre si hay conflicto? Santo Tomás no cree en la doble verdad, una verdad racional y otra revelada: o se debe a un fallo de la razón y si debiera optar por alguna se decidiría por la fe; o se debe a una insuficiente consideración de los datos de la fe, si bien, Santo Tomás consideró sólo la primera posibilidad.
§ 3 TEOLOGÍA NATURAL Y TEOLOGÍA REVELADA
El fin de hacer una obra tan importante como la Summa theologiae es dar a conocer a Dios, principal objeto y misión de un teólogo y de un hombre re­ligioso, no solo para contemplar la plenitud de su esencia y como anticipo y esperanza de lo que sucederá en la otra vida: la vida auténtica y perdurable, sino para darlo a conocer a los otros, y hacerlos partícipes del mismo mensa­je de esperanza y felicidad eterna. Ahora bien, al tratar la cuestión de Dios, resulta que Éste tiene una unidad de esencia (que es uno) y una Trinidad de Personas (con arreglo al Misterio de la Santísima Trinidad, ante el cual la razón no tiene nada que decir porque no puede decir nada: se trata de una verdad revelada y por tanto creída). El verdadero fin del teólogo es la revelación, esto es, el discurso sobre esas verdades que escapan al discurso de la razón. Hay verdades de razón y verdades reveladas, por lo que se dan dos teologías: una teología natural y una teología sobrenatural o revelada.
La teología natural, trata de Dios según las luces de la razón y de la experiencia, porque lo natural en el hombre es la razón; se la conoce desde Leibniz con el nombre de teodicea. En Santo Tomás la Teología natural es un tratado filosófico, o mejor, la culminación de la filosofía que trata el problema de Dios Uno, y las cuestiones que le son inherentes: el pro­blema de su existencia, de su esencia y atributos (o perfecciones), así como de las operaciones divinas tanto inmanentes como trascendentes. Según Gilson esta parte es la más elaborada y en la que se manifiesta como un genio en verdad original (p.492)
La Teología revelada se funda en la palabra misma de Dios, tal como Él mismo la ha dado a conocer, sobre todo en los libros sagrados. Esta Palabra de Dios (el Verbo divino) forma un tipo de verdades que no son de razón, que trascienden la razón, de ahí que se la denomine: Teología Sobrenatural, porque está más allá de la razón, o porque esta, la razón, se torna incapaz de dis­currir algo coherente. La palabra de Dios puede ser objeto de interpretación, de exégesis, de comentario, pero no de un discurso racional demostrativo. Esta teología trataría de Dios que contiene una Trinidad personal y de Cristo, el Verbo Encarnado, único camino de ir hacia Dios.
II EL ORDEN TEÓRICO
Se abre con la máxima: «debes conocer el orden de la naturaleza porque ha sido creado por Dios». Este conocimiento incluye, a su vez, el conocimiento del propio Dios, Ser Supremo, de su existencia y de su esencia y atributos, poniendo en acto (haciendo efectivas) todas nuestras potenciali­da­des, que, por nuestra esencia (humana) nos han sido conferidas: la razón y la fe.

§ 1 El Ser Primero (Dios)
La primera cuestión que se plantea Stº Tomás respecto de cualquier ente es la de saber si en general, existe dicho ente, para saber luego qué es. Esto mismo se aplica al Ser de Dios. Se trata de un comienzo lógico. Stº Tomás es un teólogo, la teología es una ciencia, por tanto deberá proceder lógicamente. La primera cuestión a resolver es la de saber si existe. Si no existiera, no habría ciencia, ni habría problema.

§ 2 ¿Existe? La cuestión de la existencia
Si queremos investigar una cosa, una esencia, debemos saber si existe, so­bre todo si no es objeto de conocimiento inmediato, de intuición (evidencia). Se hace preciso demostrar su existencia. Tal cosa ocurre con Dios, que no es objeto de conocimiento inmediato, ni de intuición, ni de evidencia, no es un axioma. Muchos no tienen una idea clara de Dios, incluso algunos no tienen ninguna idea. Por ello es preciso demostrarla. Partiendo de la fe revelada que tiene todo cristiano, la idea de Dios es, por lo pronto, uno de los preámbulos de la fe: una verdad límite, una verdad que es, por un lado, revelada (necesaria para la salvación del alma), pero por otro demostrable por el recurso a la razón: es una verdad de razón.

§ 3 La Demostración a priori. Argumento ontológico. San Anselmo.
Llamado argumento a simultaneo pretende demostrar la existencia de Dios partiendo del análisis de la idea de Dios.
Plegaria: Señor, Tú que das la inteligencia de la fe, dame cuanto sepas que es necesario para que entienda que existes, como creemos, y que eres lo que cree­mos; creemos ciertamente que Tu eres algo mayor de lo cual nada puede pensarse. (Problema:) ¿Y si por ventura no existe una tal naturaleza, puesto que el insensato dijo en su corazón: no existe Dios?. (Paso 1º:) Mas el propio insensato, cuando oye esto mismo que yo digo: «algo mayor que lo cual nada puede pensarse», entiende lo que oye; y lo que entiende está en su entendimiento, aunque no entienda que aquello exista realmente. (Paso 2º:) Una cosa es, pues, que la cosa esté en el entendimiento, y otra entender que la cosa existe en la realidad. Pues, cuando el pintor piensa lo que ha de hacer, lo tiene ciertamente en el entendimiento, pero no entiende que exista todavía en la realidad lo que todavía no hizo. Sin embargo, cuando ya lo pintó, no sólo lo tiene en el entendimiento, sino que también entiende que existe en la realidad, porque ya lo hizo. El insensato debe convencerse, pues, de que existe, al menos en el entendimiento, algo mayor de lo cual nada puede pensarse, porque cuando oye esto, lo entiende, y lo que se entiende existe en el entendimiento.(Paso 3º:) Y, en verdad, aquello mayor de lo cual nada puede pensarse, no puede existir sólo en el entendimiento. Pues si sólo existe en el entendimiento puede pensarse algo que exista también en la realidad, lo cual es mayor. Por consiguiente, si aquello mayor de lo cual nada puede pensarse, existe sólo en el entendimiento, aquello mayor de lo cual nada puede pensarse es lo mismo que aquello mayor de lo cual puede pensarse algo. Luego existe, sin duda, algo mayor de lo cual nada puede pensarse, tanto en el entendimiento como en la realidad.

Crítica: En tiempos de S. Anselmo (Siglo XI) lo criticó el monje Gaunilon, al decir que el argumento sólo muestra la idea de Dios, no a Dios mismo. Y Santo Tomás señala que hay una transposición ilícita entre la suposición ideal y la suposición real del término Dios. En el pensamiento moderno, Descartes (Medit. III) uti­liza un argumento muy parecido al de San Anselmo, que fue criticado por Kant, al hacer ver que «diez táleros reales valen lo mismo que diez táleros imaginarios», (posibles=10 táleros), pero los diez táleros reales están puestos en la experiencia y los otros no. Por tanto, no deducimos la existen­cia de la esencia, sino al revés: la esencia de la existencia. No adquirimos las ideas por contemplación directa, por una intuición o iluminación inmedia­ta, sino a través de la experiencia.

§ 4 Las pruebas a posteriori. Las «cinco vías» de Stº Tomás.
Parten de los efectos y se remontan a la causa. Los efectos son más conocidos para nosotros, si el efecto existe es preciso que haya una causa que lo preceda. Se trata de un proceso demostrativo que presenta una estructura unitaria, consistente:
1º]Punto de partida: un hecho de experiencia, constatable por algún sentido. Como hay cinco vías habrá cinco hechos de experiencia diferentes: el mo­vimiento, la causalidad formal, la contingencia, los grados de perfección, la finalidad.
2º]Aplicación del principio de causalidad. Todo hecho de experiencia tiene una causa (eficiente). Con esto se pasa del plano de la experiencia, singular, particular, al plano de la razón, lógico, universal.
3º]Aplicación del principio (Lógico) de imposibilidad de proceder al infinito en el orden de las causas.
4º]Término de la vía, depende directamente del punto de partida: Primer Motor Inmóvil; Primera Causa Incausada; Ser Necesario; Ser Perfec­tísimo; Sumo Ordenador. Aplicación a Dios (Ipsum Esse Subsistens).

La 1ª vía, del movimiento. Es la más evidente: manifestior vía. a] Se da, consta por algún sentido, el hecho del movimiento: transito de la potencia al acto. Es un hecho de ex­perien­cia. b] Todo movimiento tiene una causa, esto supone el paso de la ex­perien­cia a la razón, lógico. c] Proceder al infinito equivaldría a no encon­trar jamás por qué es necesario. d] Por tanto, existe un Primer motor o Motor Inmóvil, esto es, sin mezcla de potencia alguna, que sea Acto puro.
La 2ª vía, de la causalidad formal. a] Procede de la causa eficiente para terminar en la Causa Primera Incausada. b] Toda causa es, a su vez, causada, puesto que no es causa de sí y depende en su ser y existir de otra causa mayor. c] Es imposible proceder al infinito en el orden de las causas, porque no habiendo una causa primera, no habrá tampoco una causa segunda... Ni esta que vemos aquí ejerciendo su in­flujo causal. d] Luego es preciso admitir una Causa Primera, Causa de sí o causa Incausada, a la cual llamamos Dios.
La 3ª vía, de la contingencia. Parte de lo posible de ser o de no ser (lo contingente), lo que nace y muere, se genera y se corrompe. Es imposible que esto que nace y muere haya existido siempre, si puede no ser, alguna vez no fue. Si todas las cosas po­sibles pueden no ser alguna vez no fueron, en un momento dado, nada existió en realidad. Si esto es así, tampoco ahora existiría nada: pues de la nada, nada sale, lo que está en contradicción con nuestra experiencia. Luego no todos los seres son posibles (contingentes). Tiene que haber un Ser necesario. Lo necesario, por ser necesario, no necesita de una causa para existir, es necesario, precisamente porque existe por sí mismo.
La 4ª vía, de los grados de perfección. Hay grados de verdad, bondad y belleza. El más y el menos suponen siempre un término en la comparación, que es lo Absoluto. Habrá un ser sumamente perfecto que conteniendo todas las perfecciones es la causa de las perfecciones que como efecto se dan en diverso grado en los seres.
La 5ª vía, de la causalidad final o teleológica. Fundada en el orden de las cosas. Las operaciones de los entes naturales tienden a un fin, aun cuando carezcan en sí mismos de conocimiento. La regularidad con que alcanzan su fin muestran que no llegan a Él por azar, sino de modo intencional (querido). Pero, puesto que carecen de conocimiento, es preciso que alguien conozca por ellos, y esta inteligencia primera, ordenadora de la finalidad de las cosas es Dios.
Silogismos:
1. Existe un Primer Motor /2. El Primer motor es lo que solemos llamar Dios/ Conclusión: Dios existe
2. Existe una causa formal / 2. La causa formal es Dios/ Luego Dios existe
3. Todo ser Necesario Existe/ 2. Dios es un ser necesario/ Luego Dios Existe.

§ 5 ¿Qué es? La cuestión de la esencia.
Las «cinco vías vías» sólo son un itinerario de la mente hacia Dios. No se trata de un itinerario místico, sino especulativo, demostrativo. Es la mente humana, la que siguiendo el discurso de la razón, asciende a través de las co­sas que uno encuentra en el ámbito de su experiencia, hasta una primera causa, un ser Necesario, Dios, en el que tienen su fuente, por haber sido su autor, su creador. Con ello se llega a la existencia de una Ser Primero: Dios. Pero Dios, la verdad Primera y suprema es incomprensible. ¿Deberemos renun­ciar a todo conocimiento? No.
Dios es el acto puro de existir, no una esencia cualquiera, como el Uno, el Bien, el Pensamiento o la Inteligencia. Tampoco es una manera eminente de existir, como la Eternidad, la Inmutabilidad. Dios es el Existir mismo (Ipsum Esse). La esencia en Él se identifica con la existencia. Si Dios es Acto puro, Motor inmóvil, no transita de la potencia al acto, es su mismo ser subsistente.
Una vez demostrado a posteriori la existencia de Dios, se trata de averiguar qué es y cómo es Dios: establecer qué características o propiedades conforman su esencia o naturaleza. Para ello, Stº Tomás recurre a la analogía, a partir del conocimiento imperfecto que tenemos de los entes de este mundo:
Método de negación (vía negativa): negamos de Dios todo aquello que sig­nifique e implique imperfección en los seres de este mundo: la materialidad, la memoria, la ignorancia. Método de atribución o afirmación (vía positiva): por él aplicamos a Dios las perfecciones reales que encontramos en los seres creados: vida, bondad, poder, sabiduría. Método de sublimación (vía de eminencia): Por él elevamos a grado infini­to las perfecciones que a Él atribuimos, Dios es Omnipotente, Sapientísimo. Gracias a esto tenemos un pálido reflejo de la esencia divina, pero es mejor que nada.

§ 6 Los Atributos o Perfecciones de Dios
Atributo: se dice de la propiedad esencial de una cosa, una sustancia. Suelen aplicarse a Dios y pueden ser de dos clases: entitativos y operativos.
1] Los Atributos Entitativos: aquellos referidos al Ser de Dios, en sí mismo considerado: Simplicidad, Infinitud, Unicidad, Inmutabilidad, Eternidad.
2] Los Atributos Operativos. Aquellos referidos al obrar, y vienen después, porque el obrar sigue al ser, y el modo de obrar al modo de ser. Si Dios es su mismo Ser será por lo mismo su mismo Obrar.

§ 7 La Creación: La creación ex nihilo no fue contemplada por el pensamiento griego. Aristóteles, quién llegó a postular la necesidad de una Sustancia Simple, causa de todo, fue ajeno a esta idea. Para él, Dios y el Mundo son dos entidades distintas que discurren paralelas desde toda la eternidad. Según Santo Tomás el Mundo procede de Dios por creación ex nihilo, consistente en sacar las cosas de la nada, poniendolas en el orden de la existencia. Pero esto en él presenta una rigurosa necesidad esencial, pues, desde las pruebas a posteriori, al «demostrar la existencia de Dios por el principio de causalidad, está estableciendo simultáneamente que Dios es el creador del mundo» (Gilson, p. 495). El mundo no existe por sí (es contingente) tampoco pudo emanar de Dios (panteísmo) pues tal hipótesis contradice la simplicidad de Dios. El mundo, pues, ha tenido que ser creado. Para Zubiri «la creación es la vida misma de Dios proyectada libremente ad extra, por tanto, en forma finita» (p. 313)

§ 8 La Imagen de Dios. Todo procede por creación ex nihilo. Las cosas, los seres y, en medio de ellos, el hombre: ser compuesto de un cuerpo y un alma intelectiva, que comprende, entiende y da vida al cuerpo, esto es, que siendo superior, asume las funciones vegetativas y sensitivas inferiores, pero sin comprometerse del to­do con el cuerpo por ser espiritual, y el cuerpo material. Este ser del hom­bre parece haber sido creado por Dios con arreglo a su propia imagen. Por eso nos preguntamos: 1º) ¿Qué significa imagen? 2º) ¿Qué imagen se hace Dios del hombre?; y 3º) ¿Qué imagen se hace el hombre de Dios?.
—El significado de imagen. Imagen (lat. imago, imitari; gr. eikón, de donde icono) una copia, imitación de la figura de un objeto. Esto supone un modelo, un original de donde se saca la copia. En general, la copia no suele superar el modelo original; salvo excepcio­nes es siempre peor, más imperfecta.
— El hombre imagen de dios. El término imagen se usa como imagen mental, porque la inteligencia es el modo de conocer de Dios. Parece que el hombre es imagen de Dios. De hecho, Dios dijo: «hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza».«Y creó Dios al hombre a imagen suya» (Gen. I, 26). El hombre, término de la creación, fue hecho a imagen y semejanza de Dios. Lo hizo a partir de un modelo, y como la copia es peor que el original, el hombre carece de las perfecciones que Dios tiene, es un pálido reflejo de su perfección. La seme­janza del hombre con Dios estriba en la naturaleza intelectual del hombre (S. Th. q. 93, a.4). De hecho, el hombre participa de su esencia. Zubiri cambia imagen por experiencia y dice: el hombre, «experiencia de Dios»; no es que el hombre tenga experiencia de Dios, es que el hombre es experiencia de Dios.
—Dios imagen del hombre. Dios se nos presenta como imagen que el hombre se hace, una imagen mental, pues se da en razón de su entendimiento. Puede ser: por su aptitud natural, común a todos los hombres, en cuanto seres dotados de razón, para conocer y amar a Dios (imagen por creación, y se da en todos los hombres). 2º.—La imagen que se hacen algunos hombres (los justos) en conformidad con la Gracia. Aquí el conocimiento y el amor son superados por esta facultad teologal que sólo tienen o llegan a po­seer los justos. 3º la imagen de Dios que resulta a semejanza de la glo­ria, y que de modo exclusivo tienen los bienaventurados (S. Th. p.93 a.4) Por la forma corporal del hombre al no estar inclinado sobre su vientre parece hecho más a semejanza de Dios que los animales. No es el cuerpo humano sin embargo, lo que se asemeja a Dios, sino la figura humana (S.Th. q. 93, a. 6). Pero la imagen de Dios que se hace el hombre concierne, sobre todo y de una manera casi exclusiva a su alma intelectiva. Y si entre la imagen que se hace el hombre y Dios mismo hay un distancia infinita, se da una cierta proporcionalidad y analogía en el conocimiento y en el amor.
Consecuencia: Todos los hombres tienen una imagen de Dios ¿También los agnósticos, los indiferentes y los ateos? La frustración del agnóstico, y la despreocupación del indiferente son modos de la experiencia de Dios, —Según Zubiri. El ateísmo presenta un problema más grave; ateo es aquél que se en­frenta al sentido último de la realidad y no llega a la existencia de Dios. El ateo no debe disfrutar de un estatuto especial, según el cual, puesto que está el hombre sin Dios, el que admite su existencia, deberá probarlo. No. En todo caso debe ocurrir al revés: debe explicar por qué no llega a Dios. El que va a Dios, admite su existencia razonadamente. La historia nos ofrece pruebas suficientes: Aristóteles, S. Anselmo, Stº Tomás, y otros como Descartes, Leibniz, etc. «Lo primario, —piensa (p.342)—, no es estar sin Dios, sino religado al poder de lo real»; religado quiere decir algo así como referido al ámbito de lo real que se manifiesta como un poder, superior al de la propia persona que nos constituye, y esta realidad, en cuanto realidad suprema, se identifica con Dios. Dios no es ente divino, sino realidad suprema (p.131).
III EL ORDEN PRACTICO
Comienza con la máxima: «Debes respetar el orden de la naturaleza porque ha sido creado por Dios». Y si lo vieres alterado, debes contribuir con tu esfuerzo a reinstaurar el orden. Y en lo que concierne a tu propia esencia humana, debes poner todo tu empeño en desarrollar tus propias poten­cialida­des, poner en acto tus facultades, para que alcances el lugar que te corres­ponde dentro del orden esencial en que se desarrolla tu vida, esto es, con­quistando, ocupando y afirmando tu verdadera ubicación esencial. Y en el plano ético debes alcanzar la perfección dentro del orden. La dos coordenadas en que se mueve la ética de S. Tomás son: el respeto al orden y la perfección, en todos los planos, cognoscitivo, espiritual y moral.

§ 1 El puesto de la ética en el conjunto de la «philosophia perennis». La ética es una parte se su doctrina, una consecuencia. Se encuentra en perfecta consonancia con ella. Es una ética filosófica, pero también tiene que ver la concepción cristiana del hombre. Como hemos visto, todo procede de Dios; todo, gracias a Él se mantiene y a Él retorna todo pasado un tiempo. No olvide­mos que la Summa Theologiae trata de Dios; del movimiento de la criatura racional (el hombre) hacia Dios; y de Cristo, que, en cuanto hombre es nuestro camino para ir a Dios (I.q. 2) La moral, en principio es filosófica, por influjo de Aristóteles y de los estoicos, pero se hará moral cristiana cuando se apercibe de que históricamente, sólo hay un único camino de retorno a Dios, fuente y creador de todo lo existente: Jesucristo, El Verbo Encarnado.

§ 2 EL BIEN, LA FELICIDAD Y EL MAL. En lo relativo al obrar, el hombre según Santo Tomás se mueve por fines. Algunos son medio para otros fines superiores. También hay un fin último, que se quiere por sí mismo. El fin último de toda acción es la felicidad (un «estado de satisfacción completa de todas las tendencias humanas»). También definida como un «estado de posesión de todo bien» es la «ausencia de todo mal». Santo Tomás identifica bien y felicidad. Bien es lo que «todas las cosas apetecen». Este bien alcanzado, poseído, es lo que proporciona la felicidad. En este mundo, en la vida, la felicidad a que podemos aspirar es pasajera, relativa, pero tiene la virtud de abrirnos un portillo de esperanza hacia una felicidad ulterior, absoluta, eterna, perdurable.
Lo contrario del bien es el mal. El mal no se entiende como alejamiento del bien, sino como negación. El fundamento del mal es doble, por un lado el misterio del pecado, y por otro, en la libertad del hombre, consustancial con la persona humana. De ahí un imperativo libremente asumido: «se debe obrar y proseguir el bien y se debe evitar el mal». Que es la 1ª ley natural y moral

§ 3 LA LEY NATURAL Y LA LEY MORAL. Una ley es una regla imperativa establecida por la autoridad soberana (Dios, el rey o el poder legislativo en una sociedad soberana). Santo Tomás pensaba que el Universo entero estaba regulado. Y esta regulación es una consecuencia del orden esencial que existe y reina. Y, además, cree posible, conocer las leyes que regulan ese ordo de esencial. Distingue, en efecto, una ley eterna, una ley natural y una ley positiva.
α.— La ley eterna. Es expresión de la razón o del entendimiento divino, en cuanto que establece reglas universales y necesarias para el mejor gobierno del mundo. Su efecto, su consecuencia es, precisamente, el orden y armonía que reina en el cosmos.
β.— La ley natural. Es el conjunto de deberes y de obligaciones que tiene el hombre. La ley positiva coincide con la ley moral, porque el hombre puede seguirla o desobedecerla con entera libertad. Dios ha creado el Ordo (orden, cosmos). A nosotros nos compete respetarlo, preservarlo y transmitirlo. A menudo no lo hacemos. El pecado, la ofensa contra Dios; o el mal, la transgresión de un principio de la naturaleza por parte de la persona, es, como se sabe, un misterio, pero tiene un fundamento en la libertad del hombre, una libertad usada de una manera irresponsable. La tendencia al bien o al mal es algo asumido libremente por la persona humana
La ley natural y la ley moral se fundan en el principio de razón práctica: «Debes obrar y proseguir el bien y evitar el mal». Y esto por tres razones:
1º.— Por inclinación natural hacia el bien. Inclinación común a todos los seres, pues todos los seres apetecen (aman) su conservación según la naturaleza
2º.— Por instinto (en los animales) o por inclinación sensible en el hombre, la comunicación sexual, el cuidado de la prole, etc.
3º.— Por inclinación hacia el bien fundado en la naturaleza racional del hombre, que es especificativamente humana.
Los caracteres de la ley natural son: Evidencia, pues casi no necesita demostración, al ser fácilmente conocida de todos. Universalidad, pues es la condición de toda ley para serlo, ya que sus preceptos son patentes a todos los hombres por estar impresos en la conciencia moral. Inmutabilidad, pues permanece constante a través de los siglos u las edades. (Hoy, sin embargo, se discute bastante el problema de la inmutabilidad y el de la naturaleza).
γ.— La ley positiva. El desarrollo de la ley natural promulgada por aquél que tiene autoridad y legitimidad. La ley positiva es la ley social y política. La define: «Ordenación de la razón encaminada al bien común y promulgada por aquél que tiene a su cargo el cuidado de la comunidad.

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